jueves, 9 de enero de 2020

Imposible.

Algunos afirman que todo ya está escrito sobre nuestras vidas y que sólo seguimos los renglones...

Despertaba a la mitad de la noche pensando en ella y en lo ilógico y absurdo que resultaba su deseo de querer enamorarla y de que ella le corresponda. Es imposible -pensaba- pero aún así, se amanecía diseñando un sinnúmero de estrategias, de posibilidades, ¿por qué no? -ya también se preguntaba- mientras anotaba minuciosamente cada estrategia cada paso a seguir. Al cabo de un rato -sintiéndose un perfecto idiota- tiraba al piso todo lo anotado e iba al baño a mirarse con rabia en el espejo -ya no era un joven- cada vez se acercaba más al espejo pues siempre descubría nuevas arrugas y algunas mechas blancas que ya asomaban por su cabello.

¡Ella está en la plenitud de su juventud! ¡¿No lo entiendes?! -se gritaba asimismo sintiendo cómo los ojos le empezaban a punzar inequívoco preludio de que las lágrimas acudían a su pena, cuando se es adulto por alguna maldita razón las estúpidas reglas sociales son implacables con uno- se había quedado dormido en el baño. Despertó tiritando de frío miró sus anotaciones tiradas en el piso entrando a su cama como si ya no le importara. En cierto modo era así, esas lágrimas parecían haber desbordado además de su pena toda importancia a los frutos de sus actos.

No obstante, deliberó por unos segundos y gritó con todas sus fuerzas ¡A la resbalosa el mundo entero! avasallando el canto mañanero de las avecillas. Recobró aquél espíritu indómito e intenso de su juventud y decidió que ese era el día perfecto para concretar la gesta que noche tras noche había preparado. Mientras se alistaba volvía a sentir que el mundo estaba en la palma de sus manos -un privilegio y una daga de doble filo que sólo es permitido a los jóvenes- subió a su auto y alzó el volumen del radio "Don’t stop me now" le cantaba Queen durante el trayecto. Al llegar se estacionó unas casas más atrás de la de ella.

Tan solo era cruzar a la calle de enfrente y tocar su puerta su estrategia pronto entraría en práctica, su rostro estaba lleno de vida, sonreía, había olvidado la vitalidad y la alegría que se siente cuando se tiene una razón para estar en esta opaca existencia. Exhaló como si botase algún último atisbo de temerosidad que pudiera haberse quedado dentro de él, bajó del auto, y fijó su mirada en la casa de ella, empezó a cruzar la calle y allí acabó todo.

Las personas que pasaban por ahí voltearon al oír el estrepitoso ruido de las llantas del automóvil que infructuosamente el conductor frenó tratando desesperadamente de no atropellar a quien no lo vio venir por estar concentrado en el vibrante momento que estaba por vivir.
Su cuerpo cayó unos metros más adelante de donde se había estacionado, ninguno de sus huesos estaba en su sitio tampoco parte de su cabeza pronto la gente rodeó el cuerpo inerte y destrozado de quien sólo minutos antes era un hombre que había vuelto a sentir que existía. Adentro de su casa ella oyó todo el estruendoso ruido que ocasionaron las llantas por el intempestivo frenazo y el griterío de la gente pero no le dio ninguna importancia. Hacía planes por teléfono para salir esa noche.

Fin.

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