Las riendas se le van al extenuado como se le van yendo cada hebra de su cabello o se le van pintando de blanco. Los aromas de los cuerpos que lo desnudaron ya no se diluyen con el humo de su cigarrillo, nostalgia, culpa, soledad.
Tal vez, -se cuestionaba- no sólo lo desnudaron quizá algún te quiero fue cierto. Nunca correspondiste, le increparon sus sueños, que abatidos y extenuados como él estaban sentados a su lado observando como se extinguía.
Fin.
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