lunes, 12 de octubre de 2020

Qué cobarde es el amor.

Los miraba de rato en rato ya había perdido la concentración en su lectura. Cerró el libro, sin importarle en qué página se había quedado. Comenzó a observar cómo se besaban, se acariciaban, se abrazaban profiriéndose juramentos de amor eterno, estaban lejos del mundo. Al otro lado de su dormitorio intempestivamente subieron el volúmen del televisor. Guerras, hambre, economías quebradas, retumbaban traspasando la pared hasta sus oídos. Qué cobarde es el amor -se dijo- siempre se refugia en ilusos para no afrontar la realidad. Corrió la cortina para no verlos más.

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