martes, 31 de marzo de 2015

Ojo por ojo.

Era un joven provinciano que nunca dejaba de recordarles a los moradores del edificio en dónde trabajaba como vigilante la extrema pobreza de su procedencia, cada vez que tenía la oportunidad de conversar con cualquiera de ellos que se detuviera en la puerta de entrada o en los pasadizos. No obstante, luego de ello, pasaba ha contar sus sueños sus proyectos se jactaba de sus metas de sus propósitos construidos. Todos le encomiaban sus planes sin ningún interés por oírlos de verdad. Lo cortaban de inmediato unos con menos descortesía que otros. Él no parecía notarlo. Se quedaba parado mirando cómo entraban al ascensor o subían a sus autos.
Una tarde tocó el timbre de uno de los departamentos para entregar la correspondencia. Era el departamento de Elvira una egresada de periodismo y fotógrafa de espectáculos por necesidad. Al abrirle la puerta comenzó a contarle todos sus proyectos que ya le eran bastante familiares y conocidos pero en medio de ellos se dio cuenta que por oírlos al paso y por el desinterés en la vida del vigilante nunca llegaba a saber como es que lograría concretar todos sus sueños. Era media tarde y no tenía nada más que hacer así que decidió prestarle la atención debida y quién sabe podría tener una historia que noticiar. Salió con él hasta la entrada del edificio y se sentó en las escaleras de la entrada mientras el vigilante le hablaba de futuras propiedades de viajes por el mundo. Esta vez notó que sólo hablaba de tener abundancia económica pacientemente esperó a que termine de narrarle todo lo que quería de esta vida. Una vez llegado ahí. Elvira le preguntó como pensaba colmar sus expectativas sus proyectos de vida.
Su respuesta le desniveló el animo botó su cigarrillo se puso de pie para retirarse molesta y arrepentida de haber perdido su tiempo. Por un instante pasó por su mente, tal ves, intentar disuadirlo, pero la mirada revanchista con la que la miró al responderle no daba cabida para nada más.
Lo dejó ahí parado como lo dejaban los demás, al abrirse el ascensor Elvira murmuró molesta... Congresista... pobre imbécil...          
  

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